4 años juntos y un adiós silencioso: la maternidad también duele
Una historia sobre la maternidad, la identidad y la agridulce belleza de dejar ir.
Por Ana Cruz
Sabía que este día llegaría… pero no estaba lista
Hoy, mi hijo menor, Zane, entró a su primer día de preescolar con una gran sonrisa en su carita… y yo salí de ahí con lágrimas en los ojos y un nudo extraño en el pecho.
Después de cuatro años siendo su mundo — su consuelo, su maestra, su compañera de baile, su lugar seguro — de pronto me encontré… sola.
Y aunque este momento es precioso, no pude evitar sentir que perdí una parte de quien soy en el instante en que solté su pequeña mano.
Cuatro años de magia
Quedarme en casa con Zane no siempre fue parte del plan. Cuando nació nuestro primer hijo, Caleb, no tuve la oportunidad de hacerlo, y eso aún me hace sentir culpa.
Pero con Zane, especialmente por algunas preocupaciones médicas, mi esposo y yo decidimos que dejaría mi trabajo corporativo para construir mi propio negocio desde casa — a mi ritmo, alrededor de mi familia.
Y qué regalo tan grande resultó ser esa decisión.
Pude ser testigo de todo:
Sus primeros pasos
Sus primeros dientecitos
Juguetes por todas partes
Fiestas de baile en la cocina con música rock (en español)
Ayudarme en la cocina — y enamorarse de las frutas y verduras
Acompañarme a sesiones de contenido y aprender a tomar fotos
Caminatas al estanque buscando tortugas, peces, cardenales rojos y ranas
Paseos largos al parque, y de regreso caminar por el vecindario admirando jardines
Ir juntos al supermercado por tomates y frutas, oler flores y elegir un juguete
Comer de vez en cuando con Tita, disfrutando panqueques, besos y sonrisas
Creamos rutinas, rituales y un vínculo inquebrantable.
Él sabía cuándo me tocaba trabajar, y se adaptaba con alegría. Siempre iba conmigo — feliz, curioso y dispuesto a ayudar.
Esos cuatro años no fueron solo para criarlo a él… también fueron para construirnos como “nosotros”.
Pero entonces… ¿quién soy sin él?
Hace un par de semanas empecé a sentirme rara. Una tristeza silenciosa que no sabía cómo nombrar. Me sorprendía mirando al vacío, preguntándome:
¿Y ahora qué? ¿Qué hago con este tiempo? ¿Quién soy… ahora que ya no soy “mami” todo el día?
Y ahí lo entendí: estaba pasando por un cambio de identidad.
Y resulta que esto es mucho más común de lo que pensamos.
Según Psychology Today, muchas mamás que se quedan en casa experimentan una crisis de identidad cuando sus hijos comienzan la escuela.
Un estudio de Pew Research Center de 2020 reveló que 1 de cada 3 madres que se quedan en casa reportan una pérdida de propósito una vez que sus hijos entran a la escuela de tiempo completo.
Nos entregamos por completo a criar a estos pequeños humanos… y cuando llega el momento de que den sus primeros pasos hacia el mundo, nos quedamos preguntándonos: ¿y yo dónde quedo ahora?
¿Es su ansiedad… o la mía?
Lo confieso — a las 10:00 a.m. del primer día de Zane, llamé a la escuela. Pregunté si debía ir a recogerlo. “Nunca ha estado en la escuela”, dije con la voz temblorosa.
La recepcionista sonrió y me respondió:
"Acabo de pasar a su salón — está feliz y muy bien. Pero si te hace sentir mejor venir por él, tienes toda la libertad de hacerlo."
Y en ese momento me detuve.
¿Esta ansiedad es suya… o es mía?
Zane estaba listo. Estaba feliz. Y quizás, en el fondo, quien necesitaba más tiempo… era yo.
Elegimos una escuela que se siente bien
Elegimos una escuela Montessori — ya la conocíamos y la amábamos. Nuestro hijo mayor estudió allí en secundaria, y el enfoque nos pareció perfecto también para Zane.
Las investigaciones muestran que los niños que crecen en hogares emocionalmente estables y amorosos se adaptan mejor a los cambios.
Según la American Psychological Association, los niños con vínculos afectivos fuertes y rutinas claras en casa tienden a enfrentar transiciones — como comenzar la escuela — con mayor resiliencia.
Zane tenía esa base sólida. Él estaba listo para dar este paso.
Yo… no tanto.
Lo que dice la ciencia sobre estar presente como madre
Si te preguntas si esos años en casa “valieron la pena”, déjame decirte: sí, sí valieron.
✅ Un estudio publicado en Child Development (2010) encontró que el apego seguro en la infancia está relacionado con una mejor regulación emocional, más confianza y mejores habilidades de aprendizaje a futuro.
✅ El Harvard Center on the Developing Child afirma que durante los primeros cinco años de vida se forman más de 1 millón de nuevas conexiones neuronales por segundo. El cuidado amoroso y constante es fundamental para desarrollar funciones cerebrales como la empatía, la comunicación y el pensamiento crítico.
Estar presente durante esos años no es “dejar de ser tú” — es invertir en algo que durará para siempre.
A las mamás (y papás) que están en esta transición también — no están solos
Si tú también estás caminando por esta etapa agridulce, te abrazo desde aquí.
Esto es lo que me está ayudando (y quizás a ti también):
6 recordatorios suaves para esta nueva etapa
Siente todo. Llora, celebra, despídete. Tus emociones son válidas.
Recupera tu espacio. Sigues siendo tú. Redescubre tus pasiones, tus metas, tu chispa. En mi caso, sé que encontraré qué hacer.
Crea nuevas rutinas. El tiempo juntos cambia, pero no desaparece. Encuentra nuevas formas de conectar. Espero por fin tener tiempo para hacer ejercicio.
Habla con otras personas. Comparte cómo te sientes con amigas, otras mamás o mentoras. No estás sola.
Apoya emocionalmente a tu hijo. Ayúdale a hablar sobre su día, y valida lo que siente.
Busca ayuda si lo necesitas. La terapia es una herramienta poderosa en estos cambios de identidad — para ti y para tu hijo. Honestamente, aquí no he hecho un gran trabajo todavía.
Un nuevo capítulo — para los dos
Mi casa está en silencio ahora. No hay juguetes por el piso. No hay caricaturas de fondo. No hay piecitos corriendo por la cocina.
Ni yo corriendo detrás de él para que no se haga daño.
Ya no escucho los “¡mami, mami, mami!” mil veces, ni sus golpecitos en la puerta del baño pidiéndome salir.
Pero estoy tratando de no ver esto como una pérdida… sino como un comienzo.
Un nuevo capítulo para Zane… y un nuevo capítulo para mí.
Y dime, mamá — ¿tú también te has sentido así?
Hablemos. Comparte tu historia en los comentarios o mándame un mensaje.
No estamos hechas para atravesar esta parte solas.
Con cariño,
Ana Cruz