¡Qué estrés! otro “San Valentín” y yo ¿soltera?

Por Claudia Rivera

¿Eres de esas personas a las que les aterra que llegue San Valentín y las agarre solteras? ¿De las que se apanican porque sienten que solas es inimaginable la vida, al punto de sentir que la soltería es un gran problema con el cual no quieren lidiar? Si te late que sí… entonces es posible que seas “anuptafóbica” …. (¿queeeeé dijo?); sí: ¡anuptafóbica! que quiere decir que le tienes terror a la soltería.

Mira, te cuento que yo podré ser claustrofóbica y también hiper tripofóbica, pero la anuptafobia me hace los mandados porque aprendí a vivir largos períodos de soltería sacándole ventaja a la compañía de mí misma y disfrutándolo enormemente. Y, precisamente por esa razón, me interesó tanto este tema de la ansiedad que puede generar la soltería, pues me parece un tema al que jamás le habría prestado atención de no ser porque entiendo que es un “rollo de mujeres” y hay que hablarlo, investigarlo y tomarle sentido para que, más allá de ser un problema, sea un asunto con el cual se aprenda a lidiar. ¿Qué dices? … ¿Me sigues?

¿Ansiedad por ser soltera? (Freepik)
  • ¿Por qué la soltería me pone tan mal?

Históricamente, el hecho de sentirse mal por estar soltera tiene más que ver con el entorno social, que con la convicción propia ya que es el propio sistema en el que vivimos el que ha tachado de “solteronas” a las mujeres que nunca han tenido pareja -por lo que sea-; ¿a poco no la palabra “solterona” ya va sonando despectiva?

La cultura occidental ha establecido que el matrimonio constituye formalmente el núcleo de la sociedad … la cúspide de la realización de todo adulto, por lo que no cumplir con esa “meta” social establecida genera frustración en quienes quieren, pero no logran vivir en pareja; es como si resultara imprescindible salirse de la soltería para lograr la autorrealización y el éxito social; pero aún, es como si pensáramos que una persona soltera “tiene algo de malo en sí o en su vida” que la hace incapaz de agradar y cautivar a alguien, al otro. Me pregunto: ¿una soltera es quien no puede ser otra cosa que no sea ser soltera? ¡no lo creo … pero siento que el patriarcado así nos lo ha hecho creer!

  • ¿Qué supone ser soltera?

    Ser soltera, según la RAE, significa “que no está casada” (¡simple!); pero entonces, ¿cómo se le dice a las personas que por convicción no quieren tener pareja? Adivina: ¡no hay un término para ello! (lo mismo que para una madre o un padre que se quedan sin hijo) … me he quedado ¡pasmada! … ni siquiera hay un término para nombrar la libertad de elegir vivir sin tener pareja socioafectiva, ¡semejante tema!

    Desde mi propia experiencia, fui soltera muchos años de mi atesorada (y tan entrañable) juventud, época en la que se supone que uno debe está en “edad de merecer”, de coquetear, de andar de novia, etc… Pues yo era la antítesis del emparejamiento y mucho tuvo que ver, digo yo -y creo que mis padres también lo pensaron en algún momento- al hecho de que pasé 15 años de mi vida estudiando en un colegio de monjas exclusivo para niñas, a lo que se sumó mi personalidad tan cohibida, penosa, tímida y, un tanto, insegura que me definía en aquellos ayeres; luego agrégale que durante la prepa y la carrera era una noñaza y, por supuesto, no sin olvidar mencionar que mi autoestima brillaba por su escasa presencia … ¡qué tal! no pues mi futuro tenía como destino final aterrizaje directo en “solterilandia”.

    Por eso mismo creo que ser soltera no debe ser una “película de terror” y menos en la actualidad en la que el empoderamiento femenino es lo “in”; creo que ser soltera implica ser autosuficiente en todos los aspectos, ser la “naranja completa” y no la mitad de nadie, tener la capacidad de disfrutar de estar sola sin sentirse en solitaria y, sobre todo, encontrar una identidad y autoestima tan fuertes y sólidas para sentirse realizada en una sociedad incapaz de nombrar a quien elige vivir sin pareja.

  • ¿Cómo saber si soy anuptafóbica?

    En un ejercicio de empatía con aquellas mujeres que no conciben su vida siendo solteras (lo cual también es muy válido, ¿oíste?), hice la labor de averiguar qué señales nos dejan saber que se le tiene pánico a vivir sin pareja. Te cuento que encontré que el Instituto Psicológico Claritas, en Madrid, España, encontró que presentar los siguientes signos pueden ser señal de anuptafobia:

    • Períodos cortos de soltería o ausencia de soltería en toda la vida.

    • Búsqueda de parejas de manera inmediata, luego de concluir una relación.

    • Promiscuidad excesiva, que incluso pone en riesgo la salud o bienestar de la persona al sentir frustración por no encontrar pareja.

    • Pensamientos extremadamente negativos, catastrofistas y victimizantes en torno a encontrarse soltero.

    • Crítica y envidia hacia las parejas con relaciones estables, o hacia personas que disfrutan estar solteras.

    • Miedo, angustia, malestar físico y problemas de sueño o alimentación relacionados con la preocupación por no tener una pareja.

    ¡Si te choca, te checa! dicen por ahí, ¿te identificaste con más de una de esas señales? ¿has experimentado alguna de esas emociones estando soltera? Leyendo esto puedo entender el porqué hay mujeres que son capaces de aguantar casi “lo que sea” con tal de que el susodicho no las deje, o aguantarse ser maltratadas … ¡no lo justifico en lo absoluto! pero me permite tener una perspectiva mucho más empática y entender que la fobia a la soltería hace que lo pasen fatal.

  • ¡Que no “cunda el pánico”! La soltería tiene sus ventajas (¡te lo digo yo que fui una solterona"!)

    Hace tiempo que soy muy consciente de mi “bendita soltería” durante mis años mozos, en serio que le debo tanto y le estoy tan agradecida porque estoy convencida de que gracias a ella conseguí vivir experiencias inolvidables que no cambiaría por el “novio ideal", te cuento por qué:

  • Invertí el tiempo en mi preparación intelectual. Ya te dije que fui una ñoñaza … una verdadera “nerd”, ¿verdad? Bueno, pues ¡a mucha honra! Siempre he sido una persona a la que le encanta aprender, soy curiosa e investigo el porqué de cualquier tema que me inquieta; así que me di gusto dedicando gran parte de mi tiempo a mi preparación intelectual, a ejercitar mi cerebro, a alimentar mi mente y, por supuesto, también le hice un gran espacio en mi vida al baile que fue mi gran pasión durante años (en otro momento te cuento de mi paso por el hawaiano, tahitiano, malambo, jazz, tap, etc…). Hoy valoro mucho la dedicación y empeño que me permití ponerle a mis estudios, al saber y al conocer, pues con los años es lo que más se atesoro ya que me ha permitido llegar a donde estoy.

  • No tuve ataduras emocionales para viajar una y otra vez. Esta ventaja es “la más” porque, de verdad, tuve compañeras que no salieron de su ciudad -deja tú de México- porque “tenían novio y … cómo le iban a hacer” y otras decidieron casarse muy jóvenes (si no es que se convirtieron en mamás) -bueno, jóvenes desde mi punto de vista, tomando en cuenta que yo me casé casi a los 30, cosa que también aconsejo enormemente-. Yo fui y vine las veces que quise sin el temor de “qué tal que se busca a otra”, “qué tal que rompemos ” … ¡olvídate! fui la más feliz sabiendo que si quería quedarme allá a donde fuera lo podía hacer; sabiendo que iniciar una vida profesional siempre era una posibilidad si me daba la gana; esa sensación de entera libertad y autosuficiencia a los 20 y tantos años de edad me hacía sentir imparable, neta ¡cuánto extraño esa década! … cierro mis ojos y siento mariposas en el estómago; recuerdo que en ese tiempo solía soñar frecuentemente que tenía alas y volaba alto, planeando por encima de increíbles paisajes, hoy entiendo que era mi espíritu libre el que me permitió realizar todos mis sueños de juventud que, por supuesto, poco tenían que ver con tener una pareja que, por cierto, tampoco fue indispensable para lograr mi autorrealización. ¡Esa es mi propia definición de soltería!

  • Fortalecí mi autoconocimiento. Aprendí a disfrutar enormemente mi propia compañía y mis diálogos internos en los que me cuestionaba, me respondía, me refutaba, me consolaba … con ello me di cuenta de que sola no es sinónimo de solitaria, de que ir a tomar un café sin compañía está bien, incluso ir al cine sola (que otros pensarían ¡uy no, qué tal!) . Me recuerdo a mí misma tomando mi bicicleta, bajar por las ramblas y llegar a la Barceloneta a tomar el sol un rato sin necesidad de tener que estar con alguien para pasarla bien; o me recuerdo yendo con un libro bajo el brazo rumbo al Parc Güell y quedarme ahí horas enamorándome profundamente de la lectura; creo que durante mi soltería fue cuando más libros leí … ¡también extraño eso! Piérdele el miedo a estar contigo y a disfrutar de tu propia compañía pues es un camino ideal hacia el autoconocimiento que, sin duda, es proteína pura para el autoestima.

  • Coseché amistades de a montón. Finalmente, estar soltera me abrió puertas a incontables y entrañables amistades que hoy tengo en muchas partes del mundo (Nápoles, Uruguay, Barcelona, París, Rumanía, Alemania, etc…) y no es que tener pareja te impida tener amistades, pero sí creo que limita los territorios sociales, reduciéndolos a aquéllos que tienes en común con la pareja, sin hablar de cuando la pareja es celosa o muy demandante. Me enfiesté tantas veces sin tener que llamar a nadie para “reportarme”, sin tener que irme pronto por tener el compromiso de la pareja, me di el lujo de conocer muy de cerca el término de amigo/vio sin remordimientos; todas esas experiencias ampliaron mi criterio, forjaron mis valores y moldearon a la Claudia que hoy te afirma, con toda seguridad, que “la soltería es el mejor estado civil que existe” (cito a mi queridísima Coma Normiux); y no por ello quiero decir que casarse sea malo, solo que esa es otra historia.

    Si llegaste hasta esta línea, cuéntame si te consideras anuptafóbica o, como yo, viviste (o sigues viviendo) con mucho orgullo tu soltería … ¡me encantará leerte!

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