Mi abuelita murió de maldito cáncer

Este artículo lo escribí originalmente en el 2018 al enterarme de que mi abuelita fue diagnosticada con cáncer en el estómago. Puedes leerlo y al final agrego cómo mi vida ha cambiado después de cinco años de su partida.

En el 2018…

Hola mis amores, nuevamente abro mi corazón con ustedes, hace un par de semanas estuve en mi tierra, Apaseo el Alto Guanajuato visitando a mi hermosa abuelita Jacinta. Desafortunadamente, el viaje no fue del todo placentero en esta ocasión.

En febrero pasado mi abuelita fue diagnosticada con cáncer. Si maldito cancer. Llevo años envuelta en diferentes programas de ayuda, campañas de concientización y más eventos de este tipo, pero siempre tratando de ayudar a otros. Jamás pensé que el maldito cáncer me iba a tocar de cerquita.

¿Cómo me siento? 

Que les puedo decir, de la fregada, triste y angustiada. Pero nada se compara con lo que mi hermosa abuelita puede estar sintiendo en este momento. A pesar de ellos, nos sigue dando un ejemplo de fortaleza como siempre lo ha hecho. Llegue a México y pensé que la iba a encontrar triste y en una cama. Mi sorpresa (aunque en el fondo lo esperaba) era mi misma abuelita delgadita, elegante, con su pelo siempre arreglado y su boquita siempre pintada. Sonriendo y siempre haciendo todo para hacernos sentir bienvenidos en su casa.

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Aún no sabemos qué va a pasar, las quimioterapias son una opción, pero su cuerpecito débil y su edad lo hacen bastante riesgoso. Ella es una mujer de mucha fe y seguimos pidiendo a Dios por su salud todos los días.

¿Qué lección me da todo esto?

Como siempre lo he dicho, vivir hoy, disfrutar, amar, decir lo que sentimos, sonreír y valorar el hoy. Mi abuelita es el claro ejemplo de ello, a pesar de sentirse enfermita, durante nuestra visita se levantaba temprano y ponía agua a hervir para servirnos cafecito caliente, en la casa de mi abuelita es el único lugar en el que me he podido desconectar de mi celular 100% , escucharla contarme sus historias recopiladas por cerca ya de una centuria. Contemplar su carita arrugadita pero siempre hermosa, sutil y con una clase que creo que muchas mujeres de hoy en día deberíamos aprender de ellas.

Cuida tu cuerpo. Y soy la peor en querer darles este ejemplo porque debo mejorar muchísimo. Pero necesitamos hacer ejercicio, no para tener el cuerpazo de Maribel Guardia (todas esas son cirugías) pero para que nuestro cuerpo funciones adecuadamente, nos olvidamos que el cuerpo es el templo de nuestra alma, si no lo cuidamos... de qué nos sirve el dinero, el trabajo y todo lo demás, que no podrá pararnos de la cama de un hospital. Comer bien, meditar, darnos tiempo a nosotros mismos.

Tener fe. Como cristiana les puedo decir que encuentro una paz espiritual al saber que Dios tiene un propósito para cada uno de nosotros, para nuestro paso por esta tierra y para nuestra llegada al paraíso. La vida es cíclica mis amores, lamento decirles que esa es la realidad y que nada ni nadie ha logrado prolongarla más de lo que Dios tiene trazado para nosotros en nuestro destino, así que lo único que nos queda es aceptarlo, amar, y vivir al máximo.

Por lo pronto, toda mi familia estamos llenando de amor a mi abuelita hermosa y les prometo los mantendré al tanto. Finalmente, mi fe es inmensa y se que el poder de la oración es extraordinario, así que aquellos que por las noches en su oración antes de dormir quieran pedir a papá Dios por la sanción y tranquilidad de mi abuelita Jacinta García, se los agradeceré inmensamente.

Les mando un abrazo y espero este artículo los haya hecho reflexionar un poquito sobre lo importante que es VIVIR el ahora. ¡Los quiero!

Junio 16 del 2023

Hoy leyendo nuevamente este artículo, dónde aún no podía digerir la noticia del cáncer en mi abuelita, me doy cuenta que si hay algo que jamás se detiene es el tiempo. Cinco años después les cuento que:

Mi abuelita no quiso recibir quimioterapias, tenía miedo de los procedimientos médicos, del cansancio, del dolor y del dinero que se gastaría en ello. Por otro lado, mi abuelita se mantuvo en la postura de “la voluntad de Dios” o en sus propias palabras, “lo que Dios quiera y hasta que el quiera”. Comenzó a deteriorarse rápidamente y a sufrir más y más dolor físico y aunque mi tia Chachis, quien la cuido todos los días la llevaba constantemente al doctor, el diagnóstico no volvió a pintar positivo.

Irónicamente, 3 meses después, es decir en Mayo del 2018, murió mi abuelo Ricardo, el esposo de mi abuelita Jacinta. La verdad durante los últimos años no habíamos puesto nada de atención en él, era el viejito gruñón que durante su juventud hizo daño y lastimo a tanta gente. Pero quedamos en shock al perderlo sin avisar, repentinamente.

Muchos dicen que al morir el esposo o la esposa, increíblemente, sin explicaciones, poco tiempo después lo sigue al más allá el otro. Y la verdad lo he visto suceder en varias ocasiones, pero jamás pensé que esto pasaría con mis abuelos, ya que a pesar de que vivieron una vida juntos, más de 50 años, podría asegurarles que se odiaron los últimos 30. Increíblemente, mi abuelita Jacinta, quien era la enferma de cáncer y convaleciente, despidió a mi abuelo en el ataúd en Mayo del 2018.

Y así mismo como la creencia la dijo, exactamente un mes después, en Junio del 2018 y a cuatro meses después del diagnóstico de cáncer de mi abuelita, ella se despidió, pasó al otro mundo, tranquila en su camita, rodeada de algunos de sus hijos, nietos y bisnietos. Cerro sus ojos, y les regaló su último suspiro. ¿Se fue a seguir a mi abuelo por amor o para seguir peleando? Eso lo sabré hasta el día que me toque reunirme con ellos, y lamento decirles, que ya no podré escribirlo en este blog.

Hoy cinco años después de la partida de mi abuelita, sigo amandola igual, sigo recordandola igual, sigo admirandola igual. Y creo que entre más avanzo de edad, la entiendo mucho más. Tarde cinco años en querer volver a leer este artículo y escribir sobre mi abuelita, su muerte fue la primera que afecto mi vida como no tienen idea.

Pero ¿saben qué? quiero confezarles algo. Por cuestiones personales, decidí no viajar a México y ver a mi abuelita morir, fui a verla meses antes como pueden ver en las fotos de este artículo, quiería verla aún caminando, sonriendo, platicando, siendo ella. Me aterraba verla frágil, en cama y despidiéndose de esta vida. Lo viví con mi abuelita paterna y son las imágenes más terribles que he guardado en mi memoria. Así que con mi abuelita Jacinta quise hacer lo contrario ¿Fué egoista de mi parte? No lo se, pero en mi mente siento que ella sigue ahí, en Apaseo el Alto, Guanajuato. Siento que un día regresaré a su casa color azul, donde caminaré el pasillo grande de la entrada hasta la cocina, donde cada Navidad montaba con sus propias manos en Nacimiento más grande y hermoso que jamás he visto. Donde se vivía con bullicio, platicas y risadas cada domingo cuando llegabamos a comer barbacoa y chile del molcajete que ella preparaba. Ese pasillo donde me tendía una cobija para que me acostara cuando era niña y me daban dolores terribles de migraña y me consentía con una rebanada de sandía. Ese pasillo que tenía un tragaluz en el techo y donde cuando era pequeña por primera vez vimos un eclipse solar y oscurecio en pleno día, ella nos tapaba los ojos y nos decía “no señalen ni vean para arriba”. Ese pasillo donde el tiempo no pasaba y donde sabía que ella estaría sentada en su máquina de coser haciendome mis vestidos para toda ocasión especial, para mi cumpleaños, mi primera comunión y para mis graduaciones, donde riendonos un día me dijo, “también te coceré el vestido de tu boda hija”. Si, pueden llamarme loca, pero espero el momento de cruzar nuevamente ese pasillo y llegar a la cocina para verla parada siempre en la estufa cocinando delicioso para nosotros, servirnos una taza de café y platicar por horas y horas en la cocina.

Hoy al escribir este párrafo se me escurren las lagrimas de manera incontrolada, pero esto me ayuda a procesar el sentimiento que había apachurrado en el fondo de mi ser por los últimos cinco años. A ustedes que me están leyendo, disfruten el hoy, que es lo único que tenemos. Y a usted abuelita, si me siente hasta el cielo, la amo con toda mi alma y nos vemos… espero no muy pronto, en su cocina para abrazarla y tomarnos ese café nuevamente juntas…

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